Roxana Rojas
Es hora de que las víctimas seamos escuchadas, y vamos a referirnos al tema que se
ha venido discutiendo sobre el derecho de las víctimas, populismo y el falso garantismo que profesan algunos abogados de este país, concretamente al artículo del Dr. Javier Llobet del 12 de enero de 2010 y de los comentarios de abogados en esta misma sección de La Nación.
La víctima ha sido invisibilizada por mucho tiempo en este país. Sin embargo, y como bien apuntan los máximos jerarcas de la Corte Suprema de Justicia, esta posición ha evolucionado, el derecho penal moderno garantiza la seguridad de los ciudadanos y los derechos de la víctima.
Estamos viviendo un nuevo panorama mundial, que trae aparejado nuevas formas de criminalidad, que necesita modernas soluciones, las que resultan impensables resolver con un derecho penal clásico, hoy día en galopante abandono, debido a su innegable divorcio con la realidad y falta de efectividad en sus propuestas.
Voz de las víctimas.
Es hora de escuchar a los que realmente sufren y los que llevan la peor parte en este asunto, sea, nosotros, las víctimas.
Los falsos garantistas nos dicen todos los días que la represión no salvará a nuestras familias de los homicidios y asaltos; yo les pregunto: ¿qué han hecho por la población costarricense las leyes promulgadas desde hace muchísimos años atrás, basadas en sus ideales? ¿Las leyes promovidas por ustedes, en estas interminables décadas atrás, han logrado detener la delincuencia en este país? La respuesta, evidentemente, es un rotundo NO.
El reto no es para los que defienden a las víctimas y los derechos de los ciudadanos más vulnerables, estamos seguros de que los homicidas y delincuentes que no saben convivir en sociedad, deben estar en una cárcel; por el contrario, el reto es para ustedes, los autonombrados “garantistas”, que nos demuestren que con sus planteamientos ha sido efectivo el cierre de cárceles, y que la situación de nuestro país ha mejorado, resaltando que ya han pasado muchos años aplicando estas teorías garantistas criollas que, para nada, han servido. Estamos cansados de que se nos diga que abarrotar cárceles no soluciona el problema de asesinatos, como lo señaló el Presidente de la Corte Suprema de Justicia, pero con el grado de delincuencia actual en Costa Rica parece que estos “garantistas” prefieren que abarrotemos cementerios.
Las estadísticas judiciales de Costa Rica indican que, a partir de 1998, se viene incrementando en forma considerable la impunidad y delincuencia en nuestro país; todo ello, a propósito de la promulgación del vigente Código Procesal Penal. La filosofía de este Código es evitar que el delincuente llegue a juicio y se le premie con salidas alternativas, donde resulta manifiesta su inclinación hacia la protección de los delincuentes, dejando de lado a la víctima, trayendo como consecuencia inevitable la alarmante situación de inseguridad actual.
Lo anterior nos confronta, a cinco años plazo, a enfrentar una situación insostenible, como ya ha pasado en otros países latinoamericanos, tal es el caso de Colombia.
Soluciones integrales.
Como bien lo señaló el profesor español Carlos Castresana, miembro de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, quien impartió una excelente conferencia en el Salón de Expresidentes de la Corte Suprema de Justicia sobre impunidad, traído por el ILANUD, debemos promover soluciones integrales, reformas legislativas, cambiar las leyes permisivas, y atacar la criminalidad con la misma fuerza que esta afecta en la sociedad a propósito del grave e incontrolable problema de delincuencia que vive actualmente Guatemala.
Por otro lado, me extraña que el Dr. Llobet continúe promoviendo su oposición al derecho penal moderno, cuando hace escasos meses, en el Salon de Expresidentes de la Asamblea Legislativa, él presentó y disertó, al lado del criminólogo argentino Dr. Carlos Elbert, profesor de la Universidad Nacional de Buenos Aires, Argentina, donde afirmó que el discurso penal liberal ya ha fracasado, agregando lo siguiente: “Lo cierto es que, en teoría y práctica, el populismo penal está ganando ampliamente la batalla….”.
El populismo penal no parte de la prensa amarillista, o del caudal electoral, parte de la realidad de un país y testimonio de nosotros, las víctimas, que claman justicia y seguridad. Es cierto lo que señala el profesor Elbert, respecto de los seguidores del derecho penal clásico; “Debería partirse de una autocrítica, ya que no es posible que todos (refiriéndose al ciudadano en general) estén equivocados, menos nosotros (refiriéndose a los garantistas)”.
http://www.nacion.com/ln_ee/2010/enero/21/opinion2233333.html
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