lunes, 7 de febrero de 2011

Escabinos y el país vejados

MIGUEL BAHACHILLE M. | EL UNIVERSAL
lunes 7 de febrero de 2011 08:50 PM

De los sucesos ignominiosos que a diario se originan en el país, el de los escabinos seleccionados por sorteo en el segundo juicio contra el diputado Biaggio Pilieri, es sin duda uno de los más medrosos. Distinguidos juristas han explicado suficientemente las múltiples violaciones de las pautas procesales sucedidas en el caso. Sin embargo, el aspecto humano que envuelve este contubernio no es menos importante. Basta oír a dos de los escabinos del caso, Deivis Calderón y Domingo Torbelles, para intuir el estado agonizante en que se mueve todo el ámbito de la justicia venezolana.

Aunque la representación procesal del esacabino tiene su origen en el sistema inglés e incorporado al venezolano hace una década en el Código Orgánico Procesal Penal, el arrimo revolucionario ostenta con esa figura señalando que por fin se cumple el anhelo socialista de la democracia participativa y protagónica. Ciertamente el legislador previó expandir la aportación del ciudadano que hace vida fuera del ámbito jurídico, es decir, no abogado, para democratizar la justicia hasta entonces constreñida a criterio de una sola persona, el juez.

Las divergencias de opinión en cuanto a la conveniencia o no de esta figura, son las mismas que hay respecto al de justicia popular. Sus promotores señalan que este modelo es más democrático y evita caciquismos, mientras los opositores sostienen que se puede caer en "la tiranía de la mayoría o despotismo a tropel", fácilmente manipulable; que lo que resulte en uno u otro sentido dependerá del nivel de instrucción y conocimiento jurídico del ciudadano formado en la muchedumbre. En el caso referido, los señores Calderón y Torbelles demostraron un nivel de dignidad loable al denunciar el atropello del que fueron víctimas a la vez que evidenciaban la patraña urdida desde lo más oscuro de nuestro sistema de justicia.

¿Por qué cuidar las apariencias en este caso y no proceder como se hizo con el diputado Wilmer Azuaje a quien se le levantó la inmunidad en un solo día y trasladado esposado a una sede del CICPC; o con Richard Blanco encarcelado por proteger a un ciudadano? El resultado de las elecciones legislativas del 26-Sep evidencia que el Presidente requiere más que nunca de las muletas de los tribunales, no porque esté seguro de sus acciones sino porque no lo está. Se aferra a fallos como éste no porque le importen las impugnaciones internas sino para validar moralmente una posición política que lo concierte sobre todo con las verdaderas democracias a nivel internacional.

Venezuela vive tiempos difíciles. Se ha erosionado el equilibrio necesario. Se detienen sospechosos por meses, años, sin concederles audiencias en franca violación de la ley. Algunos son definidos como detenidos de interés. Por esta vía el país se convertirá inexorablemente en un Estado totalitario. Los abogados están impedidos de pugnar por el derecho de sus defendidos. El peligro mayor está en que la gente caiga en la trampa de consentir la falta de libertad a cambio de "sentirse segura". Entretanto fiscales y policías tienen vía libre para mancillar las libertades civiles en franco desacato a la Constitución. No revelan los métodos y evidencias que utilizan en sus investigaciones para imputar al indiciado. Por su parte, la autoridad que los rige no osa reputarlos por temor o complicidad.

La indignación colectiva forma parte del problema pues cualquiera puede ser acusado sin que se perturbe la conciencia pública. Basta que un fiscal desee un veredicto para que la sentencia del juez lo confirme aunque ello conlleve a olvidar la Declaración de los Derechos Humanos. Esa no es la Venezuela que anhelamos. En el año 2012 tendremos la gran ocasión de elegir un equipo de gobierno que se interese por el ámbito sustantivo de la democracia: La Justicia.

miguelbm@movistar.net.ve

http://opinion.eluniversal.com/2011/02/07/opi_art_escabinos-y-el-pais_07A5123011.shtml

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